Cibeles

Aquella noche con las calles de Madrid bajo nuestros pies descubrí  una parte de él que jamás llegué a imaginar que la conocería.

Recordé velozmente como nos conocimos y empezamos hablar de aquella forma tan particular. 

Aquel día entendí lo que unos meses antes me dijo que le sacaba una sonrisa después de un día malo.

Tal vez sin el saberlo me sacaba una sonrisa con cualquier tonteria y que conocerle era tener suerte de compartir con alguien como él el tiempo. 

Aprendí a ir a por todo, a ver las cosas de otra manera y sobre todo a disfrutar de los pequeños detalles. 

Pensar que todo empezó con sacar parecidos y terminamos por cajas xl de chuches con piques por videollamada. Que aunque no nos veíamos sacabamos unos minutos para hablar y que luego siempte que se podía se hacía cualquier plan con tal de disfrtuar de la compañía. 

Aquella noche con una copa de vino, nuestras risas, las vistas de la Cibeles y la buena compañía me di cuenta de la suerte que tenía al compartir mi tiempo con un gran amigo. 

Puedo decir que verle sonreír después de días duros era la demostración perfecta de su pequeño mantra "el éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos cada día".


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