Un humeante café

Una mañana ante un humeante café decidí tomar las riendas de mi vida y así poder crecer.

Cogí una vieja libreta, que tenía en el fondo de un cajón, empecé a escribir lo que me venía a la mente y así empecé a rellenar sus blancas hojas.

Entonces paré y miré al frente fue cuando me di cuenta que me encontraba en un continuo bucle en el cual el pasado me apresaba y no me dejaba seguir hacia delante. Tomé la decisión de guardar en algún lugar de esta maldita cabeza ese pasado que me impedía crecer y alcanzar mis metas, una vez hecho, me puse a mirar a mi alrededor e intenté recomponer de manera alguna mi presente y de esta manera fije mis metas para asegurarme un buen futuro.

Fue en ese instante en el cual me di cuenta que él había hecho eso en mi a través de sus consejos y vivencias consiguió que me diera cuenta que no estaba sola que había gente que me quería, y que esas personas solo hacían que pensara en mi y reconstruyese mi vida. En ese pequeño instante vi que el amor no solo es lo superfluo sino que también se compone de otras cosas que con el paso del tiempo se van construyendo y se van haciendo más fuertes. En él, un chico lleno de sueños y miedos, encontré un lugar en el que me sentía segura y por una vez me hacía darme cuenta de que todo este tiempo solo vivía encerrada en algo que solo hacía que a cada momento me fuera consumiendo como la llama de una vela.

Lo que sucedió aquella fría tarde de diciembre fue sin duda, tal vez, lo mejor que me podría haber ocurrido. Me dí cuenta que somos nosotros mismo los que nos impedimos ser felices a base de estar anclados en un pasado que no hace más que dañarnos, también observé que cuando alguien se entrega a ti pelea en todo momento por estar a tu lado y que aunque haya cosas que no le gusten o le cuesten hace pequeños esfuerzos por ti. Puedo decir que me vinieron a la cabeza mil cosas, pensamientos y sensaciones pero cada uno de ellos de una u otra forma solo hicieron que me diera cuenta que no sirve de nada quejarse; y no hacer nada frente a las cosas que lo que se debe hacer es pensar y seguir andando el camino y pelear día a día por lo que se quiere.

A partir de hoy seré alguien con nuevas metas, nuevos propósitos y sobre todo encerraré de una vez por todas eso que me hace no poder avanzar. 

Quiero ser como el aroma de ese café que todo el mundo recuerda y distingue de los demás por la fuerza que lleva en su sabor.

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