Historia...

CAPÍTULO 1:

Aquel día se levantó, como todos, para ir al trabajo y como siempre solía hacer paraba a tomar café en la misma cafetería. Pero a diferencia del resto de días aquel fue  o iba ser distinto por lo que intuyó aquella fría mañana de noviembre. Entraba por la puerta cuando su mirada se posó en una hermosa figura femenina y no pudo más que quedarse embobado; cuando casi y sin darse cuenta le habló Pablo, el camarero que solía atenderle siempre, preguntándole si iba a tomar lo de siempre y él respondió con un sí lanzado a la nada. 

Ella aquella mañana decidió parar a tomar café, cosa inusual. Pidió un cappuccino y encendió su ordenador, para mirar los correos, cuando de pronto le vio a él y sintió como su mirada se clavaba en ella, como si hubiera visto por primera vez una de las siete maravillas del mundo. Se dio cuenta que tomaban lo mismo pero a la vez se fijó en su pelo alborotado y en sus ojos de un azul tan intenso, que la sumergían en su yo más interno, vio cómo su corazón se aceleraba cuando sintió su mirada posada en ella.

Hugo sintió como de pronto su yo más interno se revolucionaba y su cabeza no hacía más que pensar en qué hacer, pero también sentía que nada volvería a ser lo que una vez tuvo y no supo conservar por sus tonterías.

Lucia sintió como su todo se revolucionaba y veía como le temblaba el cuerpo. Ella sabía que la marcha repentina de Quique la había destrozado pero en ese mismo instante se percató que volvía a sonreír y que tenía ganas de volver a ser feliz, y luchar de nuevo por alguien.

Lo que no sabían ninguno de los dos es que serían la mitad del otro y que por cosas del azar sus destinos se cruzarían de nuevo de manera sorprendente. 
Mientras ambos se tomaban sus cafés jugaban con sus miradas, como niños pequeños, para ir observando cada mínima parte del otro e ir descubriendo un nuevo mundo. 

Hugo la echaba miradas mientras la sonreía y veía como ella se escondía  detrás de su ordenador. Al terminar se levantó y mientras salía de la cafetería no dejaba de mirarla, al llegar a su altura la giño un ojo y la dedico una sonrisa.

Lucia no podía creer lo que pasaba se comportaba como una joven que se chocaba con el chico que la volvía loca en el pasillo del instituto. Le echaba miradas a escondidas y cuando veía que la miraba baja la cabeza a su portátil. Al ver como se levantaba y la dedicaba una sonrisa, la cual la volvió loca, se acordó que tenía una reunión y que si no se iba llegaría tarde.

Iba en el taxi con el pensamiento de querer saber más de aquella chica e imaginaba como serían las próximas  veces que la viese. Tenía la corazonada que lo sucedido aquella mañana cambiaría su vida.

Llegaba tarde a la reunión y no sabía que excusa poner que diría que se retrasaba por haberse quedado embobada mirando a un chico; pensarian que estaba loca o cualquier otra cosa. Sin darse cuenta llegó al edificio de la empresa, en la que trabajaría los próximos cinco meses, donde presentaría un importante proyecto el cual supondría un importante giro en su carrera fotográfica. Cruzó el hall y se dirigió al ascensor, pulso la planta doce y espero a que se detuviera en la misma.

Cuando ella llegó a la planta de reuniones ninguno de los dos daban crédito a lo que estaba ocurriendo allí mismo. Pues el chico de ojos de un azul aguamarino era el dueño de aquella empresa y quien había organizado la reunión, necesita a un fotógrafo para impulsar su marca de ropa; y por otro lado estaba ella una chica de aspecto sencillo y pelo color chocolate, de una mirada que atrapaba con solo mirarla unos segundos. Ambos cruzaron una mirada y sonrieron sin que nadie se diera cuenta, o por lo menos eso pensaban.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Autocarta

Nuevos Comienzos

Cerrando ciclos